Publicada el 06/03/2013
Finalmente Hugo Chávez ha muerto y en mi facebook se suceden los
mensajes de quienes le idolatran y de quienes le defenestra. Lo cierto
es que Hugo Chávez era de esa clase de personas que no dejaba
indiferente absolutamente a nadie. Al igual que sus colegas Castro, Evo
Morales o Mahmud Ahmadineyad. Son líderes de fuerte carácter y
abrumadora personalidad. Líderes en estado puro. Ídolos de masas que
manejan a estas a su antojo.
Si hacemos un repaso por
estos líderes comprobamos que todos tienen en las clases más bajas su
apoyo popular. Si exceptuamos a los Castro, a todos los llevaron al
poder las urnas, pero a pesar de ello, todos tienen fama de dictadores.
Curiosa contradicción. Chávez ganó las últimas elecciones con un apoyo
superior al 55% de los votos, en unas elecciones con más de un 80% de
la participación. En España, el Gobierno Rajoy, solo obtuvo el 22% del
apoyo total, en unas elecciones que entre abstenciones, votos en blanco
y nulos, sumaron más de un 30% del electorado. Datos significativos.
Chávez era un excéntrico, egocéntrico y chalado que culpaba a occidente
de todos los demonios. Incluso su vicepresidente no ha dudado ni un
segundo en culpar al demonio americano de su muerte, una muestra más de
su desvario. Pero Chávez no era un dictador.
Como
he dicho antes, el secreto del éxito de estos líderes se basa en el
apoyo de las clases más bajas. Unas clases bajas que en esos países son
realmente bajas. Gentes que necesitan héroes, aunque parezcan
esperpénticos, para creer. Y además suelen tener un alto grado de
cumplimiento de sus promesas. Suelen proporcionar un relativo bienestar a
esas clases bajas que les idolatran. Pongamos por ejemplo a Irán. Un
país que padeció durante décadas la tiranía del Sha de Persia,
sustentado todo sea dicho por los intereses petrolíferos de Reino Unido y
USA. El Shá se dedicó durante demasiados años a acumular riqueza a
base de fustigar a los más pobres. Cuando llegó la Revolución Islámica,
esa que hoy vemos como demoníaca, el gobierno islamista se dedicó a
dar educación, vivienda, trabajo y servicios básicos universales. Hoy
día el nivel de bienestar en Irán es más que aceptable. El nível de
personas que viven bajo el umbral de la pobreza, es un 3% inferior al
de España. Los iraníes no tienen muchas libertades, pero sus
necesidades básicas, están cubiertas. Por eso, las clases más bajas,
aquellas que no han tenido nada jamás, apoyan estos regimenes, por
disparatado que en occidente nos parezca.
La
otra cara de la moneda, suele estar en que el bienestar de las clases
bajas, lo pagan las clases medias, que soportan la carga económica y
que además, son los que padecen los rigores de estos mandatarios.
Pierden poder económico y además, ven recortadas sus libertades. Porque
una cosa hay que tener muy clara, los ricos son los ricos y esté
Chávez u Obama en el poder, estos nunca van a pagar. Al menos en el
porcentaje que pagamos las clases medias. Eso no cambia en ningun lugar
del planeta.
A veces hay que tener una visión global
para analizar estos líderes. La cuestión no es a dónde van los que
apoyan a estos mandatarios. La cuestión es de donde vienen. Gente cuya
preocupación hace bien poco era saber si iba a comer hoy o no, le
importa tres pepinos que le censuren páginas de internet, cadenas de TV
o que el Gobierno robe a manos llenas. Si hay un líder que les
garantiza un plato de comida y un techo para dormir le van a apoyar sin
contemplaciones. Me sorprendía este otoño pasado el apoyo que aún le
profesaba mucha gente a Fujimori en Perú, pero el mundo es así. En este
mundo hay gente que tiene por héroes a personajes como Chávez, a pesar
de que si hablas con un venezolano de clase media exiliado,
posiblemente te de una opinión bien distinta.
Cada
cual que se haga su juicio a la hora de juzgar a Chávez. Para mi fue un
loco idealista al que al final le importó más su figura que el eterno
sueño bolivarino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario